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Ficha de Touya

Vie Dic 27, 2013 6:19 pm

Nombre del personaje

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Datos del Personaje


General


Nombre completo: Touya Youhei.
Edad: 16 años.
Género: Masculino.
Digimon acompañante: –no posee-
Nacionalidad: Japonés, oriundo de la región Shikoku.
Orientación sexual: Heterosexual.
Grupo: Civil.


Personalidad


Para poder describir bien a Touya se debería nombrar primero las tres cosas que más le gustan: Las sonrisas, los animales y la comida.
Siguiendo este orden podemos contar que, al gustarle ver a la gente sonreír, es una persona alegre y que gusta de hacer chistes para que las personas a su alrededor se encuentren felices. Una de sus más típicas o clásicas bromas es poner motes tontos o inventar palabras raras para nombrar alguna cosa que ya existe o que posee un nombre específico. Aunque muchos se puedan enfadar por su espontaneidad y tendencia a decir tonterías él, en cambio, no es alguien que se enoje con facilidad ni que borre la curvatura cálida de sus labios por nimiedades aunque estas le duelan en lo profundo de su alma. Es una persona que disimula bien sus penas.
Al ser también, además de un intento de humorista, un muchacho que proviene de una zona de campo, Touya siente amor por los animales tanto así que sueña con ser veterinario cuando sea mayor y se esfuerza por aprender cuanto puede sobre cualquier ser viviente en la tierra. Adora a los mamíferos más que nada porque suelen tener pelajes frondosos y esponjosos, cosa que le fascina al tacto. Desde pequeño ha tenido muchos animales en el pueblo donde vivía, al menos dos perros, un gato, una pareja de conejos, gallinas y un loro viejo que aprendió a decir groserías; todos ellos con algún sobrenombre gracioso que el joven les había dado.
Sin embargo, su fascinación por los animales y cualquier criatura viviente se vio dividida ante las extrañas figuras que en Abril del 2013 se mostraron por diferentes partas del mundo. Touya asegura que son animales que estaban escondidos, que podrían ser los famosos animales mitológicos que se creían parte de una leyenda y por eso quiere saber más de ellos, aunque nunca ha visto uno y no ha encontrado información sobre esas apariciones en ningún lado. Ahora el joven siente interés tanto por los animales como por esos seres extraños, y su curiosidad hace que no sienta miedo de encontrarlos ni dude en buscarlos.
En cuanto al último punto, la comida… solo vale decir que él no es de esos que pueden pensar con el estómago vacío. Generalmente las personas no pueden hacerlo, pero en Touya es algo que puede ser peor ya que solo puede pensar en comida y nada más que eso. Si, se podría decir que es un glotón, pero cada cosa que come no se transforma en energía o grasa acumulada en su cuerpo sino que es consumida porque, después de todo, este muchacho es de esos jóvenes activos que no pueden estar mucho tiempo sentado haciendo nada.
En contrapartida de todas estas cosas que podrían considerarse “buenas”, este joven tiene un par de cosas malas. Para empezar es demasiado ingenuo, no sabe distinguir una mentira de una verdad y puede ser extremadamente sincero, al punto de herir a alguien solo por decir la verdad sin filtros. Además parece poseer un problema de atención, puede cambiar de un tema al otro sin siquiera avisar, distraerse por ver algo curioso o hasta olvidarse lo que estaba diciendo. Es distraído, despistado y hasta un poco “tonto”, pero aún así es un buen muchacho que  no podría hacerle daño siquiera a una mosca.
No es alguien valiente, sino al contrario, es bastante cobarde y prefiere evitar los problemas cuando estos se le vienen encima. Si debe resistir un golpe para que no le sigan molestando lo hará, pero si es por defender a otras personas puede ser un tanto corajudo y salir en defensa de cualquiera. Aunque su cuerpo tiemble y sus palabras parezcan torpes él es capaz de arriesgarse o proteger a otros, pero no por si mismo y eso es porque se cree culpable de todo aquello malo que le ha pasado a su familia en todo el tiempo que lleva con vida.


Apariencia


La apariencia de Touya de por si es bastante normal. A diferencia de los japoneses él no posee el cabello y los ojos negros  sino que, en cambio, su color es marrón. Tanto su cabello, corto y en mechones que terminan en una forma similar a picos, como sus ojos grandes y animados tienen un tinte marrón que apenas parece un poco más claro a la luz del sol. Su piel, correspondiendo a la herencia de su madre, si es de color clara como la de un japonés y por eso sufre magulladuras o se le hacen moretones con facilidad.  
La contextura de su cuerpo es delgada, correspondiendo a sus huesos finos, pero a pesar de ello él se encuentra entre los estándares de peso normal para su altura. Llegando apenas a medir un metro con sesenta y cinco centímetros (1,65m) el muchacho pesa sesenta kilogramos (60kg) exactos. Su cuerpo, a pesar de todo, es ágil y fuerte por los trabajos manuales que ha realizado en el campo, pero no es demasiado resistente por lo que se cansa fácil y se lastima con frecuencia; esto último se le atribuye más bien a su torpeza.
En cuanto a su forma de vestir, es casual. Casi siempre se le puede ver con un pantalón corto negro o gris oscuro, unos tenis cuyas botas cubren los tobillos y, sobre una playera blanca de mangas cortas, calza una chamarra azul con capucha y un bolsillo al estilo “canguro” por delante. Suele llevar también consigo una mochila verde y negra donde siempre tiene al menos una botella con agua, un cuaderno de notas y un lápiz junto a dos o tres golosinas y, por supuesto, su adorada gorra de color rojo y blanco regalada por su abuela. Nada más.
Si ha de cambiar el atuendo, pues tiene varias prendas similares, siempre elegirá algún estilo similar al nombrado; cambiando pantalones cortos por largos o la chamarra por una camisa o campera, pues para él lo más importante a la  hora de elegir ropa es estar cómodo con lo que se viste.



Historia


Tener una vida normal siempre fue algo común en Touya. Ir a la primaria, ayudar en casa, estudiar y luego dormir, entre medio de todo ello se encontraban las actividades cotidianas y que formaban un extra en su vida. Las comidas en familia, las tardes jugando con niños en una plaza cercana hasta que el sol casi se escondía y el baño caliente antes de dormir. Todo eso era normal para él, cualquiera en su ciudad llevaba una vida parecida y nada la alteraba, apenas había robos en donde vivía con sus dos padres y casi hasta le parecía aburrido vivir por allí. Para un niño de solo siete años llevar esas costumbres era normalmente aburrido, aunque claro, por su personalidad Touya solía olvidar la mitad de las cosas y siempre volvía a casa llorando con un nuevo raspón en sus rodillas haciendo de todos los días algo un poco diferente.
Su madre, de sangre japonesa, y su padre oriundo de un lugar llamado “Barcelona” ubicado en España eran una pareja extraña en una tierra silenciosa, pero aún así parecían llevarse bien. Su madre era una abogada compenetrada con la empresa que poseía, trabajaba duro para llevar siempre dinero a casa y para aumentar el alcance de su equipo de abogados encargados de defender los derechos humanos. Su padre, por su parte, trabajaba en negocios internacionales de su tierra con Japón utilizando video conferencias y siempre había temporadas donde no estaba en casa por meses. El ajetreo de su familia era normal, aunque siempre se detenía a la hora de la cena para sentarse un rato todos juntos. Touya cada vez que se sentaba a cenar repetía el mismo pensamiento: “Seguramente esto no va a cambiar nunca”. No sabía cuan equivocado estaba.
Cuando el pequeño niño cumplió ocho años comenzaron los problemas. Todo empezó en la empresa de su madre, algo ocurrió con unos papeles importantes y todo el esfuerzo que había hecho Sahiko se le volvió en contra. Antes de que pudiesen darse cuenta la empresa estaba siendo cerrada y su madre acusada de falsos cargos que un antiguo compañero dictaba contra ella. Mientras tanto, por una crisis en el continente Europeo, todos los planes y proyectos que su padre había creado se vieron detenidos por tiempo indefinido. La situación económica de la familia se volvió dura, al muchachito lo cambiaros de escuela para ahorrar gastos y los malos tratos comenzaron dentro de la familia.
Touya no entendía nada de lo que estaba pasando, no podía comprender por qué sus padres peleaban por quien trabajaba más o menos, de quién era la culpa del poco dinero que entraba en la casa y demás asuntos que él no entendía. No los comprendía, pero cada noche en vez de sentarse a cenar juntos sus padres cruzaban miradas y comenzaban a pelear delante del niño quien solo comía su cena en silencio intentando ignorar lo que pasaba. Él creía firmemente que solo era un mal momento, que nunca iba a pasar nada malo y por eso se mantenía apartado de todo, sonriendo a las personas del exterior y asegurando que no pasaba nada en su casa a pesar de que media ciudad escuchaba cada noche los gritos que desde allí provenían.
El tiempo pasó lento pero seguro, y cuando el joven Touya estaba por cumplir los nueve años algo ocurrió. Una tarde salió a jugar con sus amigos, como todos los días y cuando quiso darse cuenta el cielo ya estaba oscuro, tan entretenido había estado que no había notado que ya era de noche. Claramente, en ese momento, todos los niños pensaron en una sola cosa: Nuestros padres nos van a matar; aunque no en el sentido literal. Sabiendo que se les venía una reprimenda encima todos los niños corrieron a casa poniendo la mejor cara de cachorros arrepentidos que ponían, intentando sortear el sermón que se avecinaba.
Touya, cuya casa quedaba cerca, llegó pronto y entró anunciando su llegada pero nadie respondió. Se sacó sus zapatos y caminó hasta el living intentando verse arrepentido pero antes de poner un pie dentro pisó algo pegajoso. Poniendo cara de asco, pensando que era jugo o algo así, el niño retrocedió de pronto y se sentó en el suelo para sacarse las medias más cuando lo hizo notó que lo que manchaba la tela blanca de sus pies no era jugo, era algo rojo y con olor metálico. Los ojos del pequeño se abrieron ante un miedo inminente, observaron el charco rojo en el suelo que se deslizaba hacia adentro del living, tomando valor se acercó gateando hasta la entrada y lo que vio lo horrorizó tanto que apenas puede recordar eso con exactitud.
Su madre en el suelo, sangre de su cabeza. Su padre a un lado, llorando con las manos envueltas en guantes rojos. Y luego un grito desgarrador cruzó al aire hasta que el niño se quedó sin voz.
Cinco minutos después las sirenas de la policía se detuvieron frente a la puerta de su casa, el niño estaba en brazos de una vecina que al oír su grito fue a ver que ocurría y lo arrancó de las manos de su padre que solo podía pedir perdón. Al hombre se lo llevaron y el niño tuvo que testificar. Ya no tenía madre, su padre la había matado. Ya no tenía padre porque la policía lo había atrapado…
Por dos días el niño vivió en la casa de su vecina, apenas comía o hablaba mientras estaba allí, le habían dicho que alguien iría a por él y solo tardó poco más de cuarenta y ocho horas en llegar. Una buena mañana una anciana tocó el timbre de la casa donde el niño vivía y se presentó como su abuela antes de llevárselo con él. La mujer de cabellos plateados, espalda encorvada y piel arrugada mostraba una sonrisa amable mientras sostenía su mano por todo el camino. Ella le condujo hasta un taxi que los dejó en la estación de trenes y desde allí viajaron a un pequeño pueblo donde las casas eran bajas y poseían todas hermosos patios traseros, había algunas vacas sueltas por el camino y un enorme campo de arrozales llenaba la mitad del horizonte. Desde ese día, aquel sitio sería su hogar.
El resto de sus días el pequeño los pasó allí, con su abuela materna que se encontraba sola, lejos de la ciudad que había visto el desastre que su padre había hecho y tranquilo porque nada podría pasarle. Aún así Touya siempre se culpó por lo que le había pasado a su madre pensando, en verdad, que si él hubiese vuelto a tiempo de su hora de jugar aún Sahiko estaría viva.
Ir a la escuela, ayudar en el campo, dar atención a sus animales, estar con su abuela y sonreír cada día fueron las nuevas tareas que Touya tomó como propias. Trabajar en el campo le ayudó a hacer amigos, estar con animales le demostró cuál es su verdadera pasión y estar con su abuela hizo de su triste niñez un recuerdo lejano mas no imborrable. Allí, en el pueblo, pasó su tiempo hasta el actual y vivió el mes de abril del año 2013 allí, viendo como en las noticias esos monstruos extraños que la gente llamaba “demonios” se aparecían y despertaban su curiosidad. ¡No parecían monstruos a los ojos del muchacho! Para él aquellas criaturas eran animales extraños que habían estado escondidos todo ese tiempo e iba a demostrarlo.
Su interés por aquellos seres, de los cuales no poseía información estando en un pueblo tan pequeño, se volvió tan grande que llegó a atreverse a contactar con su tío en Tôkyô para que él le ayudara a conseguir información por simple “curiosidad científica”. ¡Que va! Touya quería conocer uno en persona, poder tocarlo, sentir su pelaje y saber de qué se trataba. Miles de preguntas asaltaban la mente del muchacho cuando recordaba esas figuras que la televisión antigua de su abuela había mostrado y estaba seguro que podría llegar al fondo de todo aquello.
Entonces, un día, una cara y un pasaje de avión llegaron de Tôkyô.


Touya Youhei
Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 27/12/2013
Touya Youhei
Vie Dic 27, 2013 7:18 pm
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Tanner
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Fecha de inscripción : 13/10/2013
Tanner

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