Frederick A. Peacock

Nombre: Frederick A. Peacock
Edad: ¿Treinta y tantos? En apariencia al menos.
Género: Masculino.
Digimon acompañante: N/A
Nacionalidad: Del medio oeste asiático.
Orientación sexual: ¿?
Grupo: Civil.

Personalidad: Fácil de tratar y extrovertido, tiene un gusto aseverado por la comida con muchas especias – lo cual a nivel social se traduce a un magnetismo natural por la gente que se exprese abiertamente y que sea “picante”. Adora conocer cosas nuevas, asegurando que es la parte “interesante” de vivir en un mundo que nunca para de avanzar en más de mil direcciones a la vez. Así mismo le gusta salir y entretenerse en actividades que requieran bastante interacción, aunque nada de eso se equipara al placer que da el viajar de un lado al otro del mundo, algo feasible para los recursos de los que dispone bajo las mangas.

Apariencia: Piel arabesca, pelo negro (con una franja roja que cruza desde el centro de su coronilla hacia atrás) y ojos carmesí son sus principales características. En cuanto a atuendos suele usar chaquetas que pesan bastante para ser simples prendas y que de hecho, son mandadas a confeccionar en tiendas especializadas para ello dados los detalles que pide en cada una (cadenas, hebillas enormes, patillas, puas, etc) así como sendas botas de suelas gruesas y puntas reforzadas, todo enmarcando su prenda favorita: camisas de tela de pescador.

Historia: Nacido en una región que bien puede ser considerada como “campirana” prefiere dejar de lado esa parte de su vida, ya que según suele mencionar lo más “interesante” pasó en los años posteriores de su existencia – es decir, viajar de un país a otro conociendo gente que le hizo la estadía amena. Encantándolos con su personalidad y particulares modos terminó haciendo amigos y conocidos, más uno en especial fue con el que se quedó durante mayor tiempo: el primero que activamente le plantó cara cuando las partes más cuestionables de su personalidad salían a flote. Tras un altercado que marcó parte de su actitud de entonces a futuro, el pelinegro decidió dedicarse a seguir al otro por lo que restara de su vida y así fue que estuvo durante un tiempo hasta el momento en que el objetivo de su lealtad, por azares de la vida, pasó a un plano diferente de existencia. Desde entonces y aparte de unos cuantos desvíos por el camino de los cuales no se puede quejar en lo más mínimo, se ha mantenido en su recorrido del mundo para experimentar más y más cosas innovadoras, siempre manteniendo una actitud despreocupada y bastante airada sobre asuntos que para otros serían “serios”.